Japón es una potencia industrial y economica que comienza a consolidarse desde mediado del siglo XIX. Posteriormente Corea del Sur, China y Taiwan, tambien se erigen como grandes potencias economicas asiaticas.
Más adelante, comienzan a desarrollarse otros países del sudeste asiático, los llamados “tigres de segunda generación” o “pequeños dragones". Iniciaron más tardíamente su camino a la industrialización pero tomaron a los nuevos países industrializados como modelo. Ellos son Malasia, Indonesia, Tailandia (de los cuales se afirma que fueron “inventos” de Japón por el volumen de sus inversiones) y Filipinas. Forman parte, junto con Singapur y Vietnam, de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). Gran parte de los productos electrónicos japoneses son montados en alguno de estos países. En todos ellos se manufacturan tecnologías punteras e innovadoras. Si en un principio fueron los productos textiles, plásticos y juguetes los que más se exportaban, ahora son los referentes a la industria electrónica y a la tecnología de la información.
Malasia fue el país que tuvo un crecimiento más rápido. El nivel de pobreza se redujo considerablemente, al igual que las diferencias de ingreso por pertenencia étnica. Indonesia y Tailandia mejoraron la producción industrial, la agrícola, así como los ingresos provenientes del turismo. En algunos de los “pequeños dragones’ hay importantes conflictos sociales asociados al tinte autoritario de sus gobiernos y a las malas condiciones laborales, como también a conflictos étnicos. Estos aspectos son la otra cara de la moneda del éxito económico. Malasia transformó su economía en treinta años. Cambió las riquezas naturales por la fabricación de chips y por modernos y fabulosos edificios de Kuala Lumpur, su capital. A pesar de contar con interesante reservas de petróleo, gas y abundantes recursos forestales (madera dura) más de dos tercios de sus exportaciones son productos terminados, como automóviles, electrónicos, telas y alimentos.
En Indonesia, la agricultura sigue siendo el primer sector en términos de ocupación: arroz, coco, copra, aceite de palma, cacao, café y caucho natural. Es además el mayor exportador de madera y productos de madera del Sudeste Asiático. Es rica en recursos minerales y energéticos ya que dispone de grandes reservas de hidrocarburos y carbón, lo que le sitúa como el mayor productor mundial de gas natural. También es uno de los mayores productores mundiales de estaño, cobre, bauxita, hierro, oro y plata. El sector manufacturero, en continua expansión y diversificación, se ha convertido en el más dinámico de la economía, ayudado por el turismo, que también ha crecido de forma notable en la primera década del siglo XXI, especialmente en el entorno de Bali.
La economía de Tailandia basada tradicionalmente en exportaciones de productos agrícolas, se fue transformando en una de las más diversificadas del sudeste asiático. En la década de los 70 la activa promoción para atraer inversiones extranjeras creó un sector industrial basado en sustitución de nada de importaciones, mientras que las exportaciones se orientaron hacia el sector manufacturero, basado en mano de obra intensiva tales como textiles y vestimenta. Tras la crisis de los noventa y en la actualidad Tailandia experimenta un rápido crecimiento en bienes de alta tecnología tales como accesorios para informática y automóviles, apoyado todo ello por un importante crecimiento el turismo -que encontramos de varios tipos: de ocio, médico (también llamado de bisturí) y otro no tan positivo, que es el sexual.
El caso de Filipinas es algo distinto, puesto que su desarrollo económico es bastante mediocre comparado con el resto de países que hemos visto. Esto se debe a la inestabilidad que sufrió desde sus inicios como república independiente y a la dictadura de Ferdinand Marcos, que solo se preocupó por la autocracia en sí mismo, en vez de alentar el desarrollo económico, además, después de la dictadura, Filipinas sigue sufriendo por la delincuencia organizada y por la corrupción política.